Violencia de género

El oro que no tiene tesoro (No te calles)

Erase una vez una familia que vivía feliz: Eduardo, Elena y sus hijos. Les gustaba divertirse todos juntos. En una ocasión se fueron todos de vacaciones a la playa, a casa de sus familiares. La casa estaba pegando al mar. Al llegar, lo primero que hicieron fue ponerse sus bañadores y bajar corriendo a la playa a darse un buen chapuzón. Lo estaban deseando, habían sufrido un crudo invierno allá en la ciudad.

En la playa había un ambiente muy bueno. Aunque había un sol abrasador, todos estaban disfrutando porque la hermana de Flor celebrara su cumpleaños. Pensaron en organizar una fiesta en la playa con la familia y los amigos. Prepararon diferentes aperitivos, a gusto de todos, como por ejemplo la tía Autilia, a quien le gustaba la ensalada de frutas. Habían dispuesto unas mesas bajo un templete hecho con cañas, muy cerca, casi pegando, a la casa donde habitaban.

Las mujeres tan contentas, gozando de estar allí, disfrutando de la variedad de comida que iba rotando por las mesas. Todos hablaban de lo bien que se lo estaban pasando y de lo que podrían hacer para pasarlo aún mejor, querían divertirse juntos, que esas fuesen las mejores vacaciones que habían pasado nunca. Todos comentaban como gozaba la tía Autilia con su familia, a pesar de que, recientemente, su cuñado había fallecido.

Tras un rato largo Autilia le dijo a su amiga Berta que si la acompañaba al mar por la noche, que le apetecía darse un chapuzón con ella. Esa noche Berta la acompañó, hablaron de sus cosas, de su situación personal. Berta le decía que no había estudiado de pequeña, qué no sabía hacer nada, que de momento estaba de “ocupa“ en un casa cerca de la que vive Autilia. qué comía gracias a una pensión que cobraba: “algo es algo, lo peor es nada” decía ella Autilia le respondió: “no dejes que el tiempo pase quedándote quieta, muévete” . Después cambiaron de tema y pensaron en ir a la discoteca. Al llegar a casa Autilia preguntó a sus primos que a quién le apetecía acompañarla: Eduardo , Juan , Berta , Elena, Estela y dos amigas se apuntaron.

Se fueron a la disco y allí todos bailaron en un ajetreo de buen rollo. Después de que se dio un par de tragos a Berta le apetecía bailar, La pista estaba llena, pero aún así ella seguía bailando cuando en ese entonces le acechó un chico, que parecía ir drogado, a pedirle un baile, y ella, como llevaba unos tragos encima y le pareció guapo, le dijo que sí.

Estaban bailando cuando el chico empezó a manosearla y ella, aunque estaba borracha, se daba cuenta de lo que le hacia el chico, que no le hacía sino manosear. Berta le dijo que no le tocara, pero el tío seguía. Ella le dio la espalda y se fue. Poco después Berta quería ir al baño y le dijo a Autilia que la acompañara, porque ésta era la única que estaba sentada descansando ya que había bailado mucho. Autilia. sin pensárselo dos veces, la acompañó. Al llegar al baño vieron que la puerta consistía en dos jambas de cristal que se abrían y cerraban, y que tenía un letrero que decía “abierto”, y por el otro lado “cerrado”. Las dos amigas ingresaron al baño sin darse cuenta que el chico, con el que había bailado Berta, las estaba siguiendo, El chico se quedó acechando en la puerta, y cuando vio que nadie venía, entró, le dio la vuelta al cartel para que pareciera que el baño estaba cerrado, sacó de su bolsillo un pañuelo empapado en eter, se abalanzó sobre las chicas y les cubrió la cara con el pañuelo. Ambas se quedaron como drogadas, cayeron al suelo y, en medio del trance, intentó aprovecharse de ellas. Pero tuvo miedo porque notó mucho ajetreo de gente que pretendía entrar en el baño. Cuando se aseguró de que no venía nadie salió del baño y desapareció.

Como parecía que tardaban mucho, otra de las amigas se acercó al baño y encontró allí a sus dos amigas que yacían en el suelo inconscientes, aunque pensó que eso era porque estaban borrachas como una cuba. Cuando las dos chicas se despertaron se hallaron en su casa, tendidas en la cama y sin acordarse de nada de lo que había pasado.

El tiempo fue pasando, las vacaciones tocaban a su fin y ya tenían que volver porque empezaban los colegios de los niños y tenían muchas cosas pendientes que resolver. Antes de regresar a su hogar, hicieron una reunión de despedida entre toda la familia para comentar cómo lo habían pasado, cómo se habían sentido este verano de vacaciones con su familia y con sus amigos, y todos decían que lo habían pasado muy bien en la playa y en la disco, y que disfrutaron mucho en familia, que esperan alguna vez repetir estas vacaciones. Berta decía que ella también la había pasado genial, que lo único malo fue que no se acordaba de lo que ocurrió aquella noche en la disco cuando estaba en el baño con su amiga, pero que no pasaba nada, que había gozado las vacaciones.

Ya tocaba volver a la ciudad y retomar las cosas, a seguir la vida cotidiana de todos los días. Autilia alentaba a su amiga Berta diciéndola que no se dejara vencer en las situaciones malas y que la supiera llevar bien y ella se lo agradeció mucho. Se despidieron y cada una regresó a su casa, sabiendo que podían contar mutuamente la una con la otra para lo que necesitasen. Si necesitan alguna vez algo, cada una sabe que siempre cuenta con la otra y dios para ayudarla. Berta partió, Eduardo y Elena le desearon a Autilia que siguiera bien y que olvidase de todas las cosas malas que la atormentan. Elena le dijo que era una buena persona y que la tenía en mucha estima.

Elena y Eduardo retornaron con los niños a su casa. La tenían como a ellos les gustaba, todo arreglado, en orden, y los jardines bien cuidados. Vivian al lado de un lago donde les gustaba mucho bañarse y jugar con el yaqui que habían comprado. La familia disfrutaban siempre todos juntos, se reían, contaban chistes y les gustaba tomar el sol junto con su mascota, Soli, que tanto querían. Solí es una Pitbull, de un color dorado, es única en su especie, por eso la quieren tanto. La suelen pasar el peine después de que la bañan y cuando se bañaban en el lago le daban su talco para que oliera bien. La llevaban con ellos a todas partes y se lo pasaban tan bien que parecía que Soli también se reía. La única vez que no se la llevaron fue en las últimas vacaciones, cuando estuvieron en la playa, en casa de la tía Autilia.

Algún tiempo después de las vacaciones, Claudia, una amiga, llamó a Autilia para decirle que tenía pensado hacer una viaje a su país y que si quería acompañarla. Autilia no se lo pensó, pues le gustaba experimentar cosas nuevas. Compró los billetes, preparó su equipaje, se despidió de la familia y partió de viaje con su amiga Claudia. Autilia estaba nerviosa, era la primera vez que viajaba fuera del país. Claudia la tranquilizaba diciéndola que no se preocupara que lo iban a pasar muy bien. .

Llegaron al aeropuerto y esperaron a qué llegara un familiar de Claudia con la que había quedado para venir a recogerlas. Poco tiempo después llegó su prima Luisa y las condujo a su casa. Les preparó algo de comer y después se echaron a dormir, pues el viaje había sido muy largo y estaban cansadas. Al día siguiente, ya bien descansadas, hablaron sobre como iban las cosas por aquí y por allá y de lo bien que se lo iban a pasar todas juntas.
El fin de semana estaba próximo y planearon salir a bailar. Se engalanaron, se pusieron muy guapas y salieron de casa para ir a la discoteca. Aún la noche era joven cuando ya estaban sacando humo de los pies. Iban tan guapas que enseguida llamaron la atención de un chico con muy buena pinta que media un metro y noventa centímetros, con ojos azules, que a su vez era la admiración de todas las chicas que estaban allí en la discoteca. Pero él sólo se fijó en Autilia. Se acercó a ella, la saludó y la invitó a bailar. Autilia le sonrió y aceptó en el acto. Mientras bailaban, el chico le endulzó el oído diciéndole que era la chica más guapa del lugar y que le había gustado desde la primera vez que la vio. Cuando acabó el baile, Autilia le confesó a sus amigas que el chico le había enamorado. Esté se acercó de nuevo y le pidío su número de teléfono par poder llamarla y hablar con ella, y lo mismo hizo Autilia. Después de la fiesta, de regreso a casa, iban todas felices porque lo habían pasado muy bien y Autilia estaba tan encantada que decía que quería quedarse en el país para siempre, aunque ella sabía que no podría quedarse por mucho tiempo.

Un par de días después, el chicó la telefoneó. Le dijo que quería volver a escuchar esa voz tan bonita que tenía y le pidió una cita. Ella le respondió que sí, que sin problema, que ella también tenía muchas ganas de volver a verle. Quedaron ese mismo día por la tarde, a las 7.

Autilia se engalanó para la ocasión, sus amigas, Luisa y Claudia, le dijeron que iba muy guapa y ella salió feliz a la cita. Se encontraron en el lugar fijado y el chico la invitó a cenar en un restaurante muy elegante, donde había reservado una mesa. La mesa estaba en un rincón del restaurante, cerca de una ventana con unas vistas muy románticas. Autilia estaba encantada, nunca antes había comido en un restaurante tan bonito. Le preguntó que cómo había conocido este lugar. Èl sonrió y respondió que de pequeño su madre le solía traer, que, aunque había cambiado mucho, las vistas seguían siendo las mismas de siempre. Después de cenar, dieron un romántico paseo por la playa y la acompañó a su casa. Las citas se hicieron frecuentes. Autilia estaba enamorada, le gustaba mirarle a los ojos, porque para ella era como si reflejaran el mar, y él miraba los suyos porque se perdían en la selva.

Pasó el tiempo y las vacaciones tocaban a su fin. Con pena, Autilia le dijo a su amante que tenía que volver a su casa. Pero él también se había quedado prendado de ella; así que, sin pensarlo, le pidió que sí podía acompañarla en el viaje de regreso. Autilia contestó que sí, que eso le haría muy feliz.

Compraron los billetes de avión y se volvieron a casa. En el aeropuerto estaba esperando, con mucha ilusión, la hermana de Autilia , pero se quedó sorprendida cuando vio que no venía sola. Autilia tranquilizó a su hermana diciéndola que era su hombre, que le había conocido durante las vacaciones y se habían enamorado.

Alquilaron una bonita casa cerca de la playa, a donde se fueron a vivir. Pasado algún tiempo viviendo juntos él le pidió que se casaran. Autilia enseguida aceptó la proposición y lo más pronto posible, pues dijo estar muy enamorada y que lo deseaba desde hacía tiempo. Autilia estaba impaciente y fijaron la fecha en dos meses. Organizaron todo para los esponsales: el lugar , la fecha, las invitaciones, el banquete, etc. Aún les quedó tiempo para viajar. Autilia quería enseñarle todos los lugares que a ella tanto le gustaba, de modo que estuvieron viajando hasta que se acercó el día de la boda.

Por fin se celebró la boda. Acudieron todos los familiares de Autilia, Sin embargo, no acudió ninguno del novio, porque no tenía buenas relaciones con ellos. Fue el día más feliz para Autilia, para ella fueron momentos de oro que no se encuentran en ningún tesoro. Después la luna de miel. Viajaron a México. Para Autilia fue como un sueño hecho realidad pues desde siempre había soñado con viajar a este país.

Al volver de su viaje de luna de miel compraron una bonita casa donde iban a ser felices y a tener muchos hijos. A los tres meses de estar instalados, Autilia se quedó embarazada. Fue un niño, de ojos azules, igualito que su padre. Él se sintió feliz al saber que era un niño. Al tiempo decieron tener otro hijo y así hasta cinco: tres niños y dos niñas.

El tiempo pasaba y los niños iban creciendo. Autilia empezó a tener problemas con su marido. Siempre llegaba tarde a casa o no regresaba hasta el día siguiente. Un día contestó al teléfono y descubrió que tenía una amante. Cuando ella le hizo el reproche, él la golpeó con furia. Los golpes y las palizas se hicieron cada vez más frecuentes. Ella decía que aguantaba el maltrato por amor a sus hijos y que, aunque a ella le pegara, para sus hijos era un buen padre.

Un día, Autilia fue a visitar a su familia. Viendo el estado en el que se encontraba se preocuparon y le preguntaron que si ocurría algo, pero ella siempre contestaba que no pasaba nada. y se lo tragaba todo. Pero, a su prima, que era de su entera confianza, le contó todo, y ésta le pidió que cogiera a los niños y se viniera a vivir con ellos, que no tenía porque estar sufriendo ese maltrato pero Autilia no quería porque decía que sus hijos estaban bien con su padre. A pesar de los consejos de su prima Elena, no quiso escucharla y se volvió a su casa donde el marido la seguía pegando. Un día, tras una de las palizas, se presentó en casa su primo Eduardo para llevársela, pero Autilia no quería que se metiera en sus asuntos, que era un problema de ella, que era su vida y rechazó su ayuda.

Llegó un punto en que ya no podía aguantar más las palizas que le daba su marido. Aconsejada por una amiga acudió a los Servicios Sociales. Allí la incluyeron en un grupo de ayuda que le ayudó a reflexionar sobre su situación. Por fin, un día cogió a sus hijos y se marchó de casa para no volver nunca más. Al fin entendió que aunque estuviera muy enamorada y mirase por el bien de sus hijos no tenía por qué aguantar el maltrato de su marido.

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La violencia en la adolescencia

En la actualidad, la violencia no es sólo un problema que se da en las parejas casadas. Sigue dominando en las mujeres una visión romántica del amor en la que las chicas optan por aguantarlo todo, seducidas por una figura dominante y protectora: ”EL príncipe azul”. Se ha elevado mucho el porcentaje de chicas de entre 15 y 17 años que acuden a los Centros de Atención por malos tratos como, por ejemplo una adolescente que poco después murió a consecuencia de los disparos de un hombre con quien había mantenido relaciones íntimas . El agresor era mayor de edad.
Una modalidad de acoso se produce a través de Internet y consiste en difundir imágenes privadas o humillaciones en las redes sociales. Por ejemplo un amigo mío, despechado porque su novia le había dejado, empezó a enseñar por el instituto videos de su ex novia practicando sexo oral. El fallo de las adolescentes de hoy es que en sus primeras parejas funcionan, sobretodo, imitando lo que ven en series, películas etc.…

Por ejemplo, películas como “Crepúsculo” o “Luna nueva”, podrían resultar nocivas porque hacen pensar a las chicas que pueden con los malotes. También en la actualidad las redes sociales como Facebook, Tuenti o Whatsap fomentan la inseguridad y la falta de autoestima, sobre todo, en los chicos, por ejemplo, no saber controlar las celos ya que para mandar entre hombres hay que distinguirse de las mujeres y de los niños. La mentalidad de los adolescentes es que hay que ser el mas fuerte y eso se va haciendo mediante pruebas de masculinidad.

El exceso de romanticismo es el culpable de que el machismo se cuele en las relaciones, ya que hace sentir a las chicas que tienen una especie de contrato de por vida con su pareja y que si él es violento es porque ellas se lo merecen, y esta manera de pensar aumenta la sensación de culpabilidad. Las chicas que sufren la violencia están sometidas a mucha confusión, se debaten entre el amor y la pena, por ejemplo, cuando un chaval le dice a su novia: “me voy a suicidar si no est´ss conmigo”.

Muchos hombres también acuden muy agobiados a las consultas de los psicólogos para que les ayuden a controlar los celos. Se necesitan muchos más programas educativos que funcionen con estos hombres para frenar el machismo en los países más desarrollados. En España están desapareciendo estos programas. Un análisis demuestra que desde los años noventa se percibe una incorporación del valor de igualdad, pero hay un porcentaje elevado de personas que no tienen interiorizadoa la idea de igualdad, es decir, sin darse cuenta tienen conductas que podrían considerase como violencia de género. 

La gente que sabe de esto piensa que la mejor forma de enfrentarse a la violencia de género es enseñar valores universales a los adolescentes. En el año 2012 se realizó un informe en el cual el Ministerio de Sanidad desveló que se daba un alto porcentaje de conductas machistas entre los universitarios. Un 11% de ellos afirma haber ejercido malos tratos (humillaciones, insultos, control o agresión) entre las chicas. El informe muestra que un 12% de ellas se ha sentido alguna vez obligada a reealizar practicas sexuales en las que no querían participar y, a pesar de ésto, tan sólo el 1,5% de las llamadas que recibió el 016 eran de jóvenes universitarias.

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Una noche de disgustos

Todo empezó una noche en la que él llego tarde, yo tenía preparada la cena, le noté raro durante la cena, le pregunté que le pasaba, pero no me respondió, se limitó a cenar y se fue a dar una ducha, nunca le había visto comportarse de esa manera. La noche siguiente pasó igual, pero esta vez vino drogado y borracho, le habían despedido del trabajo, cuando llegó a casa me dijo “Eres una inútil” “Si no fuese por mi no tendríamos nada”. Si no te pones a trabajar ya veras como acabamos.Él era abogado, especializado en demandas de empresas.Pasaron dos semanas y todas las noches el llegaba borracho o drogado, pero justo hoy día 27 de septiembre, hacíamos un año de casados, pero lo que debía ser uno de los días más bonitos de nuestro matrimonio, se convirtió en otra cosa. 

Esa noche me pegó, me insultó… me humilló de tal manera que me daban ganas de morirme. Todo cambió para mí, le quería pero si volviese a pasar eso no le perdonaría nunca. Al día siguiente vino a pedirme perdón, me lloró, me suplicó que no me fuese de su lado y yo tan tonta y tan enamorada le perdoné. Empecé a buscar trabajo pero no había vacantes en ningún restaurante de la ciudad, dos semanas después encontré trabajo, arreglando la casa de una señora mayor, ganaba poco pero algo sería mejor que nada. Alejandro pasaba todo el día en casa, no hacia nada más que gritarme y darme órdenes, no entendía su actitud pero yo le justificaba ya que él siempre me había dado de todo. 

Siguió pasando el tiempo, ya se acercaban las navidades, teníamos problemillas de dinero pero el consiguió un puesto en un despacho de abogados. Desde ese día le veía más contento, me llevó a cenar durante tres fines de semana seguidos a mi restaurante favorito, todo parecía irnos de perlas y, si todo seguía así, ibamos a empezar de forma grandiosa el 2014. Todo apuntaba a que iba a ser un buen año.

En enero nos mudamos a vivir a un chalet en un bonito pueblo. Todo nos iba genial. Seguían pasando los meses. Llegó el día de su cumpleaños, el 18 de Abril. Pero ese día no vino a dormir a casa, pasé toda la noche preocupada, su hermano y la novia de su hermano iban a venir esa noche a cenar con nosotros en ese día tan especial para Alejandro.

Siguieron pasando las horas pero no sabíamos nada, pasaron dos noches más sin que Alejandro volviese a casa, yo estaba desesperada así que no fui a trabajar y me despidieron. Salí a pasear y pensar en todo lo ocurrido y en donde podía estar, pero no lograba comprender toda esta situación. Mientras volvía a casa se me echó la noche encima. Al llegar, él estaba ahí, tirado encima de la alfombra, apestando a alcohol. Le atendí, le llevé a la cama, intenté hablar con él, pero no razonaba, sólo decía que le dejase en paz, que quería dormir, bueno, o eso es lo que pude entender de lo que decía.

Al día siguiente, pasó todo el día metido en la cama y no quisó hablarme. Por la noche me senté a hablar con él y a pedirle explicaciones de por qué no había vuelto a casa, y me contó lo ocurrido: le habían vuelto a despedir del trabajo. Después de contarme todo lo que le había pasado, yo también le conté que me habían despedido ya que no había ido a trabajar por la desesperación de que él no aparecía por ningún sitio. No tardó en asestarme un puñetazo, brevemente caí al suelo, se levantó de la cama y empezó a darme patadas en las costillas. Mientras me pegaba, recuerdo que me decía: “Eres una inútil”, “No sirves para nada”; sólo recuerdo eso ya que, después de insultarme, me dio una patada en la cabeza y perdí el conocimiento.

Había perdido la noción del tiempo. Me desperté en una habitación y en seguida reconocí a Eva, la novia del hermano de Alejandro. Le pregunté dónde estaba y qué había pasado. Ella se quedo en silencio, hasta que entró en la habitación Andrés, el hermano de Alejandro, y me contó brevemente todo lo que había ocurrido. Me dijo que había perdido el conocimiento del golpe tan fuerte que me había dado Alejandro. Me aconsejó que denunciara, pero no quise hacerlo. Alejandro me llamó y me pidió perdón una vez más. Me suplicó que volviese con él y yo, ciega de amor, accedí, pero con la certeza de que esta vez contaba con alguien, con el apoyo de Andrés y Eva.


Esa misma noche volví a casa, pero él volvía a estar borracho una vez más. De nuevo comenzó a culparme de todo lo que estaba pasando y me volvió a pegar; pero, de repente, llego Andrés y se puso a discutir con Alejandro. Alejandro empezó a decirle que él no tenía porque meterse ya que era un problema de pareja entre él y yo, pero Andrés no le hizo caso y brevemente me llevó con él para denunciar a Alejandro. Él, ante la desesperación de no querer ir preso, ya que conocía la condena por violencia de género, amenazó con quitarse la vida si yo le denunciaba. Nosotros no le hicimos caso y fuimos a la comisaría a denunciarle. Cuando volvimos a casa, le encontramos en la bañera, se había cortado las venas…. 

Así fue como terminó mi historia con el hombre que más había querido en mi vida, Pero me di cuenta de que para querer a alguien debes quererte primero tú. Si eres una mujer que sufre maltratos como yo, no lo dudes; 016. Llama, están dispuestos a ayudarte.

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¡Buenos días, muñeca!


Voy a contar mi historia, el tiempo que llevo con mi pareja desde que nos conocimos. Estoy casada desde hace mucho tiempo con él. La primera vez que le ví estabamos bailando en una discoteca. Desde el instante que me miró, me quedé como bloqueada. Estaba encantada de haberle conocido. Estuvimos un rato hablando y luego me invitó a tomoar una copa con él, yo le dije que sí. Lo estabamos pasando muy bien, él me decía cosas bonitas al oido, como que era muy guapa, y él a mí también me gustaba mucho. No sabía que decirle, él insistía, me tocaba el pelo y también la cara, y al final me dijo: “¿esta noche qué vas hacer?”, yo le contesté que nada, que no tenía planes, y me propuso ir a su casa, donde vivía sólo, con el pretesto de conocerme más, porque se había enamorado de mí, dijo, y yo accedí.

Nos fuimos a su casa y lo pasamos muy bien juntos. Cuando me desperté por la mañana, me preparó el desayuno en la cama. Era tan cariñoso conmigo que ya no creía que pudiera encontrar a alguien que me enamorase tanto desde el primer día, y pasado un tiempo seguimos siendo novios hasta que llegó el día en que me pidió ser su mujer.

Aquel fue el mejor día de mi vida, me sentí más feliz que nunca pensando en ser su mujer. Nos casamos y nos fuimos a vivir a una bonita casa. El trabajada de administrativo en un banco. Yo era muy feliz con él. Cuando volvía de trabajar me traía flores con tarjetas de amor. Me trataba como a una princesa. En su tiempo libre salíamos por ahí a comer y al cine; pero, con el tiempo, mi buen marido empezó a cambiar. Sospechaba que tenía una amante. Cuando le oía hablar por teléfono y le preguntaba quién era él me engañaba diciendo que era un compañero del trabajo; también empezó a salir de noche y, a veces, no volvía hasta el día siguiente.

Le preguntaba que adónde iba saliendo por la noche a esas horas y me decía que iba a la oficina, que tenía mucho trabajo. Una mañana me dí cuenta de que no iba a la oficina. Llegó con unas copas de más a casa y oliendo a perfume de mujer. Le pregunté que dónde había estado toda la noche, él me contestó que había estado en el trabajo y que le dejara tranquilo, que estaba muy cansado y no quería hablar conmigo. Me puse a llorar porque sospechaba que había estado con otra. Al día siguiente me pidió perdón por llegar tarde a casa porque tuvo jaleo en la oficina. Pero volvió a salir otra vez por la noche y regresó borracho. Le pregunté que dónde había estado y otra vez me mintió. Yo le contesté que una mierda, que vienes de trabajar de qué, que estás borracho, y me dice de repente: “¡oye sucia, déjame en paz que yo hago lo que quiero!”. Pensé que como venía borracho no se daba cuenta de lo que decía, pero se cabreó aún más y me llamó puta y me dijo que no servía para nada, también me decía que no sabía por qué se casó conmigo, que soy como cualquier puta de la calle.


Se fue a la cama y al día siguiente, que ya se sentía mejor, hablé con él. Le pregunté que por qué me había insultado, y me contestó: “oye mi amor, no era mi intención herirte, no sabía lo que decía, te prometo que no volveré a beber, y esto ya no va a pasar más”. Y yo, como tanto le quería, le perdoné y me lo comí a besos. Después otra vez llegó borracho y muy nervioso, y cuando entró por la puerta me gritó dónde estas puta. Le oía y no me podía creer que llegara otra vez borracho a casa. Las cosas fueron a peor. Intentaba calmarle constestando con cosas bonitas que no le molestaran, pero él seguía llamándome puta y cerda. Estaba así porque la comida que preparé no le gustó. Le dije que si no le gustaba que no comiese. Furioso, empezó a tirar los platos y la comida por el suelo. Luego vino a por mi, me agarró del pelo, me dijo que me iba a matar como le contestase otra vez así. De un tortazo caí al suelo y, estando en el suelo, empezó a darme puñetazos y patadas en todo el cuerpo. 


Al día siguiente estaba llena de moratones. Cuando me vió así empezó a decir que lo sentía mucho que ya sabía que me había prometido que no iba a beber más, y otra vez lo hizo. Le amenacé con abandonarle si se volvía a repetir lo mismo. Una vez más me prometío y me juró que no volvería a suceder, que no quería hacerme daño. Estaba muy arrepentido de haberme herido, aunque eso ya lo tenía como costumbre. 

Una noche llegó a casa del trabajo muy cabreado y empezó a insultarme. Ya estaba harta de todo, ya me había hecho mucho daño y seguía día tras día dándome bofetones porque decía que le contestaba mal. Al final ya no podía seguir aguantando sus maltratos y decidí enfrentarme al problema. 

Ya he decidido abandonarle, ahora siento que el ya no me quiere como antes, sólo me tiene para maltratarme y ser su esclava, así que todo se ha acabado. Ahora quiero empezar otra nueva vida, sin ser insultada y maltratada, con alguien que no mienta ni me utilice como a un muñeco.

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Sentirme libre


Me acababa de levantar, era verano pero llovía, ya empezaba mal el día... Cuando llegó apestaba a alcohol, era insoportable, no se aguantaba ni él. Estaba harta, ya no podía con su comportamiento. En aquel instante me di cuenta de que mi vida se estaba convirtiendo en un infierno: palizas, humillaciones... no había un día mejor que otro, una borrachera, otra borrachera...siempre igual. El se desahogaba golpeándome y levantándome la voz ¿pero y yo? ¿Cómo desahogarme yo ante tanto dolor? 

Aún recuerdo cuando conoció a mis padres, fue horrible, era capaz de todo, los humillaba a ellos y a mí, nos hacía sentir pequeñitos, insignificantes. Pensé mil veces en dejarlo y siempre acababa igual, atada a la cama, herida, encerrada, no tenía fuerzas para acabar con todo esto.

Y a la mañana siguiente besos, caricias y flores que pretendían ser tiritas para mis heridas, pero hacía ya tiempo que esas tiritas no eran capaces de tapar tanto dolor. Me sentía atada a él porque es el padre de mi hija, pero de pronto empecé a plantearme si toda esta situación era lo que yo quería para ella. Estuve toda la noche pensando... Sonó el despertador, era el cumpleaños de Hana: 10 años ya, viviendo en este infierno. Sé que desea hacer una fiesta con sus amigas, pero no puedo, en esta celda no hay quien entre, me avergüenza que mi marido no sea capaz de nada o de todo, es impredecible... Me senté en la cocina con un café, en ese momento la vi venir, estaba feliz a pesar de todo. Empecé a sentir de nuevo que tenía que cambiar.  Me acerqué al teléfono y marqué 016. Una voz al otro lado me ofreció su ayuda, una alternativa para salir de todo lo que estaba sufriendo, para mí y para mi hija. 

Me marché, una nueva vida, nueva casa y nuevos amigos me marcaron un camino lleno de aventuras. No fue fácil, pero había sentido por primera vez que estaba libre.

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Reflexiones sobre la violencia en la pareja


Con frecuencia leemos que entre los jóvenes se fomenta el machismo en la pareja y ,además, existe el maltrato, tanto físico como psicológico. Eso puede tener como consecuencia que uno no se comporte del mismo modo con su pareja que con los que le rodean, y eso puede hacer mucho daño en una familia, en el trabajo o e los estudios. Por eso siempre debes hablar con tu pareja, de lo bueno y de lo malo del otro, de por qué de repente hay un grito si ves que la cosa se escapa a tu control; porque, en la primera cita, el hombre que tienes delante pude parecer la mejor persona del mundo y, luego, en realidad ser una persona celosa, agresiva y machista.


Pero volviendo a la seguridad de uno mismo, en el instante en que notes un mínimo comportamiento violento en tu pareja, el número de teléfono 016 siempre está a tu disposición; porque, por mucho que le quieras, la persona más importante eres tu misma, porque si no te quieres tú, quien te va a querer.


Por eso, es muy importante tener habilidades sociales, para saber en todo momento cuales son tus recursos personales para afrontar un problema de pareja, para saber defender tus derechos, para comunicar lo que sientes, lo que te parece bien o mal y para "saber estar" siempre en cualquier situación de tu vida o de tu relación de pareja.


Por ejemplo, una mañana, cuando iba al instituto, vi a una pareja de jóvenes discutiendo en medio de la acera. El muchacho le decía a la chica que no podía ir así vestida, que iba como una guarra enseñando todo y que en vez de ir a estudiar iba a zorrear, y ella le gritó diciéndole que no fuera tan celoso, que ella le quería pero que debía respetar su forma de vestir. En ese instante pasaron dos chicos y la miraron, y el novio como era tan celoso le dijo que subiera a su casa a cambiarse, que así no la iba a dejar ir al instituto. Ella cabreada de tantos gritos y órdenes se fue. En ese momento el chico la llamó, pero ella hizo oídos sordos y pasó de él. El chaval salió corriendo tras de ella y al mismo tiempo ella también salió corriendo del miedo y nervios que tenía. Los mismos chicos que la miraron le preguntaron por qué corría y ella les contestó que le estaban persiguiendo. Su novio, que en unos segundos ya estaba allí, les dijo a los chavales que se apartaran de su novia; ellos dijeron que ella no quería estar con él y ella, mirándole, asintió con la cabeza diciendo que ya no quería estar con él. Su novio, rojo de rabia, fue a pegarla, pero uno de los chicos se puso por medio diciéndole que se calmara y respirara hondo.

Me hago esta reflexión: Cómo vas a solucionar tus problemas de pareja si no tienes habilidades sociales como, por ejemplo, la empatía o la asertividad. Pienso que la gente que no tiene estas habilidades acaba siendo un maltratador de su pareja, y las mujeres deberían tener en cuenta ésto cuando conocen a sus novios.

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